sábado, 8 de agosto de 2009

Día 1. El viaje (26/julio/2009 - domingo)

Salimos de Barajas, lo que parecía imposible tras cientos de papeleos y colas, llegamos al avión , ¡los últimos en embarcar!. En el avión, 9 horas de comer, ver pelis (malísimas todas, y dobladas en latino) y jugar al tetris en la pantalla de Mª, ya que al debuguear Pº su maquinita se la cargó, tuvieron que resetearla y volvió a una versión anterior del programa que solo permitía ver las películas empezadas.
En Miami conquistando las Américas, de nuevo comenzó el locurón, ¡que miedo de aeropuerto! Caos para coger (tomar, perdón, que aquí nos miran mal por decir ‘coger’) las maletas, porqué había un cachondo que las sacaba sin avisar y las ponía en una esquina que nadie veía, caos para salir (y calor infernal), caos para volver a facturar y caos para llegar a Nica; 2 horas de retraso, cambio de puerta de embarque (justo cuando nos fuimos a dar una vuelta por el aeropuerto, y, cuando volvimos no quedaba nadie) y otra hora de retraso una vez subidos en el avión, una avería, la cual arreglaron con un palo de madera, y Mª pensaba, histérica, ¡que íbamos a explotar en el aire! Luego, nos quedamos zzzzz porqué eran para nosotros las 6:30 de la mañana.

Por fin llegamos a Nicaragua y nos acojonamos pensando que nos íbamos a ir con un desconocido. Menos mal que cuando salimos del aeropuerto vimos a Jorghe, al cual le conocíamos por el Caralibro. El viaje a la casa en un taxi que parecía un tractor, se le rompieron las luces a mitad de camino y parecía que, con los baches (telita, los agujeros en las carreteras de Managua), se iba a desmontar. La ciudad flipante, casas de aluminio, que más que casas parecían chabolas, y eso que aún no habíamos visto nuestro barrio, un país pobre allá dónde mires, aunque, como todos, con una zona pija (o ‘fresa’ como se dice aquí) a una cuadra de nuestra casa. En el barrio la mayoría de las casas no tienen luz ni agua caliente, y, en vez de váteres, letrinas. Las calles sin asfaltar y con más baches que cuando conducen Alvarito o Fran.

Llegamos a nuestra casa y, toma toma, ya está liada. La casa está separada, por maderos, del techo, que está hecho de chapas de metal. Las puertas no cierran, bueno si, las que son cortinas. El baño sin lavabo, por supuesto, sin agua caliente, nos lavamos los dientes en el patio. La cama es como las de Japón de JoseMarquis, una tabla y sin sábanas. Sin nevera (o ‘refri‘), y de TV e Internet ni hablamos (aunque más adelante esperemos tener, ya que va a ser la oficina de la Asociación), pero aun así es la caña, tiene un saloncito que mola un montón, y el jardín con fruta y una hamaca comodísima. La kelly es todo acogedora y Jorghe es muy majo, nos hizo cena Nica: Tostones, que es plátano frito, carne y ensalada con pimientos, que le gustó hasta a Mª. La cena estuvo cachonda y al irnos a dormir todos lo bichos cantaban. Lo de los mosquitos es un mito.

Mañana más…



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