Entramos a uno que tenía los baños limpitos, por si acaso (ya sabéis, nuestra batalla). Eran unas mesas y hamacas (mega cómodas) en la sombra, a unos 20 m. de la playa.
En el sol hacía un calor que te torras (nadie hacía topless). Los lugareños se bañaban con la ropa que llevaban, ¡hasta con el cinturón del vaquero!. Cada 3 minutos aprox. Se te acercaba un niño a venderte pulseritas, figuritas, helados, comidas varias, etc. En la playa se ofrecían (también insistentemente) paseos a caballo o en quads. Flipante el problema de la explotación infantil. Niños de 4 años pidiéndote pesos, con la madre (preñada, claro) al lado. Nos dimos un bañito en el pacífico, que estaba muy caliente, como Gandia.
Fue divertido, pero pasamos todo el día con precauciones para no irnos por la patabajing, y no nos pudimos tomar ni una cervecita, que apetecía un montón. Tampoco un misero camarón (que aquí son las gambas normales).
Nos acordamos mucho de vosotros ese día hermana !! hasta tu sobrina yo creo que algo quería decir repitiendo tanto lo de "agua!", que rima con casi todoooooooo por allí
ResponderEliminarUn besito, el blog, sencillamente genial